NUEVO CURSO
Ayer, por las vicisitudes de los feriados y anticipando lo que sucederá el próximo domingo, en la cámara baja juraron los nuevos legisladores y eligieron a Martín Menem como presidente de la Cámara. En igual sentido los diputados electos designaron a la diputada Cecilia Moreau de Unión por la Patria, como vicepresidenta 1° y al radical Julio Cobos, como vicepresidente 2°. En tanto, el PRO se reservó la designación del vicepresidente.
Mientras tanto, el espectáculo necesitó de quienes son la izquierda del orden burgués. Hicieron su parte, a la hora de los pintorescos juramentos, haciendo caso omiso de la prohibición moral de no jurar en vano, a sabiendas de que no habrá sujeto que le pueda exigir las inconsistencias derivadas de su inveterado incumplimiento, porque quién así puede hacerlo, la clase trabajadora no es amiga de esas formas y toma camino por los hechos y no por las palabras, también por aquello de que no hay parecer sino ser.
También durante la sesión Myriam Bregman recibió silbidos y abucheos. “Andá a laburar”, le gritaron desde la sala. Por su parte, la legisladora se defendió y lanzó. “No me voy a callar.
Por fuera de un ritual farsesco y de poner la cara para que la burguesía tenga para el día siguiente como seguir teniéndolos presentes a través de silbatinas y reiterados “anda a laburar”, a quienes pudimos ver en esa tragicómica jornada no son otra cosa que la encarnadura de una agonía exhibida tras la referencia electoral por la que optaron de espaldas al pueblo trabajador y sus intereses específicos por menos del 3% de los votos emitidos.
Ahora que pasó la época de los “debates” televisivos, los “gatitos mimosos”, y las redes sociales aplaudiendo las habilidades discursivas de Myriam Bregman, la realidad pone a la abogada sentada en su banca ladrando a la luna por la designación de Menem a la presidencia de ese cuerpo, con el acuerdo de todas las fracciones políticas representadas en esa cámara.
Ahí, en ese momento puntual, la diputada Bregman pudo observar a dónde conducen sus “lúcidas” intervenciones televisivas y sus ocurrencias picarescas.
Ahí, por fin, la diputada Bregman podrá ver con claridad, y en particular sus seguidores, que “debatió” contra diversos que no son tales y en realidad constituyen una pared que, para afrontarla y derrumbarla, se requiere mucho más que miraditas ante sus cámaras televisivas a donde concurrió aceptando un formato de intervención que hoy la limita a ser un perro que le ladra a la luna, para usar un símbolo del mundo animal, tal como el que le gusta frecuentar a la diputada.
Ahí en esa escena donde la mandan a laburar y ella asume el papel de víctima de la nada y anuncia que no se callara, como si silente o parlante pudiera alterar ese orden de cosas.
Ahí tendrán que verse todos los jóvenes que con pinturas diversas o gestualidades intelectualizadas la acompañaron en campaña de reparto de fotos y no de ideas, en campaña de aparato y no de propaganda socialista, y reflexionar sobre cual es su lugar en la lucha de clases, que papel les corresponde como individuos en la historia. El dilema está entre reforma o revolución y trascendiendo esas opciones estratégicas, entre socialismo o barbarie capitalista.
Ahí, también en esa escena farsesca, donde ahora, con su compañero Castillo jurando y sentado en otra banca, el bloque del FITU descubrió que la elección fue un fraude, porque el gobierno se compone de una combinación ingeniosa de los participantes de esa elección a excepción de ellos mismos. La burguesía de conjunto ha optado por un gobierno con sus principales exponentes del personal político para usar ese seleccionado en la tarea de imponer condiciones estructurales de pobreza para la clase trabajadora y los sectores de población que han quedado por fuera de la economía formal, sin posibilidad de ser reabsorbidos por el mercado convencional de compra de fuerza de trabajo.
Ahí, sentados en sus bancas la diputada de la izquierda del régimen. La diputada del reformismo decadente y nuevamente acudiendo a los medios denuncia una estafa, olvidando a pesar de su condición de abogada, que no hay fraude posible si el defraudado inicialmente no pensó sacar ventaja desmesurada de una situación que es parte del embauque que le propone el estafador. Fueron por sacar partido desmesurado de lo que no era real, pero en su afán quisieron verlo como tal. En ese embuste no fueron solos, se llevaron las esperanzas y los anhelos de quienes desde más de una década le siguen como cooperativa electoral. Hoy solo queda más de lo mismo, es decir, más discurso y la histriónica promesa de que “no la van a callar”, cuando los estafadores precisamente la necesitan hablando y mucho para que su funcionalidad les permita pervivir en la explotación y la opresión del otro.
Ahí, en ese recinto parlamentario de la república burguesa, todos pudimos documentar lo real. Los apellidos de los designados en cargos funcionales del cuerpo, las identidades de muchos de los parlamentarios, dan cuenta que la presunta representación de la población soberana, se circunscribe siempre a la misma gente, al mismo y rendidor personal político, que no se fue a pesar del 2001 y que nos deja por razones biológicas, a sus herederos, lo que se parece más a una monarquía que a la tan venerada democracia. Por ahí andan los Menem, los Cobos, los Moreau, los Massot, los Kirchner y otras yerbas de ese tenor, todos dando cuenta de cuanta mentira hemos digerido, servidas por propios y extraños. Todos dando cuenta de un imperativo: Que se vayan todos, que no quede ni uno solo.
Afuera, en las calles, los colectivos, los subtes, en bici, pateando o como fuese, pero por fuera de esa mascarada, van y vienen los trabajadores a sus sitios de trabajo, o buscándolo como agua en el desierto. Es claro que estando fuera de ese edificio manchado con sangre obrera, caída en sus escalinatas, testigo de las detenciones y condenas a los obreros y luchadores, nada tienen que ver con él. La tarea es política, paciente y continua, con el objetivo de construir su propio poder y realizar el programa socialista.