Nuevo Curso

HABÍA QUE PRESENTARSE.  MARCELO NOCETTI LO HIZO

Daniel Papalardo

Hacía mucho tiempo que no sucedía. Pero como ocurre con algunos signos sociales su presencia activa la memoria activa. Me tocaba estar de turno en mi trabajo. Baje las escalinatas preocupado porque en los pasillos, la merma del público había sido relevante. Al ganar la calle, la sensación fue indubitable. Todo me retrotraía a la última semana de mayo de 1989. En esa ocasión  la ciudad fue profundamente conmocionada por una serie de saqueos, principalmente a supermercados y almacenes. La gente, como se le decía entonces ganó la calle, pese a que unos días antes el riojano que prometía revolución productiva y salariazo había tomado la gestión de gobierno. En esa oportunidad , los compañeros fueron detenidos, me toco ver las instancias más repugnantes del poner punitivo y la hipocresía del poder judicial. Ahora, en ese momento vino todo eso de repente a ponerse nuevamente en acto.

El tiempo transcurrido me había puesto en la defensa de los niños y adolescentes de la ciudad que fueran vinculados a situaciones que el poder consideraba delictivas. No ver a las familia peregrinar los pasillos, más la soledad y vació callejero que presagia las tormentas sociales me dio aviso de una tarde difícil. Una de esas dificultades me llevó a presenciar como el obispo de la díocesis era apedreado en villa Banana al intentar persuadir el hambre con palabras, casi una lapidación del automóvil cero k en que un chofer le conducía. La realidad mostraba y el embajador de Cristo no andaba en sandalias y bendiciendo a los pobres no se sumaba a ellos sino al poder represor. Pero lo raro empezó después, cuando los sin tierra y sin pan avanzaron sobre todos los poros de la ciudad, casi como aquellos que se hicieron presente en la Bastilla siglos atrás y en otras latitudes.

 El gobernador de la provincia por aquel entonces, en sus tribulaciones, lamentos de un rey imaginario , se sentía el rey de ese lugar aunque muy bien no lo conocía. Le habían dicho que al borde del Paraná la gente pedía comida. Su respuesta fue poner a un ex.servicio de inteligencia en la dirección de la represión y allí fueron sus bestias salvajes a mostrar sus dientes . Para ello en lugar de balas de goma, les proveyeron proyectiles y armas de fuego de mano. Así fue que en uso de esas “herramientas”, en la puerta de un supermercado que tenía un tigre en como logo, se tramó una trampa para la gente que en los frentes pedía comida y se inició una cacería que terminó con la ejecución en el piso al que había caído en su desesperanzada carrera,  Walter, a quien recogieron en un auto de civil y luego lo tiraron en la vereda del Hospital de Emergencia.

Casi en el mismo momento, escucho desde la señal de LT8, a un improvisado cronista ,relatar sucesos similares frente a otro supermercado, y atento por lo sucedido a Walter, presto mayor atención y escucho casi con el mismo asombro que el cronista la frase lapidaria “PARA QUE HACES” inmediatamente , casi sin solución de continuidad, disparos de arma de fuego , nítidos y concluyentes. Luego se interrumpe la transmisión.

Luego averiguo el nombre del cronista MARCELO NOCETTI, a quien no imaginaba de cronista por ser un periodista dedicado a la temática musical y artística del folclore. Es casi la medianoche, el silencio cómplice, distinto  de aquel que precedió la jornada de lucha preside la ciudad. Se cuentan las bajas, y logro identificar la víctima receptora de esos disparos que paralizaron al improvisado cronista, Se llama Graciela Acosta que dejo este mundo con un solo arma, sus aflicciones de madre y una bolsa con la que esperaba la comida prometida que mutó por la vil agresividad de las armas del poder

El programa  se llamaba “el canto del viento”. Salía a la madrugada por la misma emisora, me contaba casi desde su origen, entre sus devotos oyentes. Fui a la puerta de la radio , un tipo en la puerta no me dejó entrar , pese a mi insistencia. Solo conseguí dejar un mensaje escrito.”por favor  Nocetti, usted no me conoce. Trabajo en tribunales. Hay que presentarse por lo de esta tarde”.

Nunca más volví a verlo. Su pe que la fiscal había perdido el caso y que el homicida con uniforme y los que le dotaron de esas armas dando vía libre a la ofensiva sobre la población habían sido absueltos en primera instancia. Con pavor pude ver que en las actuaciones nadie había recibido la declaración de Nocetti.  Apelando por presión de la omisión evidente se reabrió la investigación y di testimonio oral de cuanto había podido conocer en aquella transmisión por la radio, y al día siguiente lo hizo Marcelo Nocetti. El fallo revirtió y el asesino fue declarado responsable por su acción criminal. Esa presencia me conmovió y me acompaño para siempre cada vez que pienso en eso de si tiene o no sentido la lucha por otra sociedad y un hombre nuevo. Sin duda Nocetti tenía mucho de este.

Hoy nuevamente por la radio, escuchando “contra la pared” un programa que también suma al conductor en eso de la integridad y dignidad profesional , me entero del fallecimiento de MARCELO NOCETTI. Por eso digo a quien quiera oir, esta pequeña parte de su historia individual, digo de su dignidad y no dudo que está dando el PRESENTE, en el mundo de los justos .

En mi evocación , dejo una ofrenda , que es la que me parece la más pertinente , tratandose de hombre en el que lo imaginario y los valores tenían un espacio importante de su existir:

LOS JUSTOS (Jorge Luis Borges)

Un hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire.

El que agradece que en la tierra haya música.

El que descubre con placer una etimología.

Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.

El ceramista que premedita un color y una forma.

Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.

Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.

El que acaricia a un animal dormido.

El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.

El que agradece que en la tierra haya Stevenson.

El que prefiere que los otros tengan razón.

Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.