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OTRO 22 DE AGOSTO . «Yo te invito a mi vuelo y buscamos juntos el mismo cielo»

                  Alguna vez pudimos tener la oportunidad de leer, que las fechas son marcas en el tiempo. Señales para no extraviar el rumbo. Indicadores de presencia y significación de lo histórico en lo actual. Interpelación del hoy por el ayer.

                     Con esta marca, nos enfrentamos al 22 de agosto, agregando con dolor un año más aquel trágico de 1972. Como desde aquel momento hasta hoy, afrontamos la necesidad de decir presente para que el olvido no se constituya en el viento mortal que desde Trelew, borre los últimos vestigios de la impunidad por aquella masacre, no por juicios, penas y cárceles que resultan consumidos por el tiempo biológico de los agresores, sino por el olvido en la tradición obrera de nuestra vanguardia.

                       Pero el tiempo recorrido hace que ese requerimiento primario no pueda centrare en el simple recuerdo. Ya no es posible que el 22 de agosto sea simple nostalgia, pérdida y dolor por los caídos. El desafió es no dejar subir al escenario de la vida, la rutina del recuerdo. El objetivo es no cosificar y dar por agotado un proceso de lucha, simplemente por que hemos comprendido que se trata de una  lucha prolongada, no determinada exclusivamente por factores subjetivos  y que las búsquedas de ayer lo siguen siendo hoy.                 

                La inmensa esperanza de que todo pueda  cambiar emana de la conciencia colectiva y nace del encadenamiento de los acontecimientos que pueda protagonizar en favor del interés de explotados y oprimidos la vanguardia consciente de los trabajadores organizada en su partido de clase y su programa revolucionario.

                Es cierto que hoy la eternidad de la dominación liberal en el mundo encuentra serios reparos pero por el contenido de las resistencias sociales desplegadas  la Revolución Francesa  para muchos parece no haber terminado y lo anhelado es vivir en una sociedad de declaración de derechos subjetivos.

              Pese a que en Francia la República nunca fue proclamada en virtud de un voto legal realizado dentro de las formas constitucionales sino  por la voluntad de un pueblo sublevado contra la legalidad existente. la “democracia formal ”, se recuperó, abrió paso  , con base en la  economía social de mercado, de la que nos trae a colación cada intervención mediática de quienes se ocupan de la gestión de gobierno, apelando a la figura de la mano invisible que todo lo regula y compensa, el . emprendedurismo y la meritocracia.

               Ese giro democrático formal, busco  y  pretende con denuedo ideológico, desobligarnos  a cada uno de nosotros de la necesidad de ubicarnos en un bando, es decir, por vía de la llamada  corrección política, nos suman a la alienación , la hibridez como signo distintivo del contenido de nuestras  responsabilidades por la cosa pública, alejándonos de la posibilidad de consentir y emprender toda alternativa de lucha por otros medios, pues a esa opción se la hizo  responsable del pasado inmediato caracterizándola como un demonio.

            Es que “estar en un bando”, como se  lo estaba por la mayoría de los trabajadores y los jóvenes  en los tiempos de la masacre de Trelew implicaba  polarización social y eso es lo que hoy no se puede admitir .  La democracia vigente, ocultando su génesis violenta en la revolución francesa, nos induce hoy por todos los mecanismos de dominación de masas posibles   a mostrarnos todos juntos y solidarios con la empresa, con el patrón, con la marca, con el gendarme, aunque permaneciendo cada uno en su lugar.  Dicho en otros términos: no  es bueno poner la vista en el modelo acumulativo interno, y sus notorias desventajas para quien vive de un salario o peor aún se encuentra desempleado y librado a su suerte y mucho menos, intentar revertir ese orden de cosa por vía de una instancia superadora.

                     El gobierno y el sistema, por vía ideológica  y con la contundencias de los hechos del poder burgués y su violencia, quieren persuadirnos e imponernos un modelo social que desconoce las  clases sociales con  sus intereses específicos y contradictorios. Así es posible escuchar por reiteración sobreabundante que. nuestra economía sólo funciona si estamos  contestes en que no hay plata y hay que aguantar, que el esfuerzo es la condición monopólica de vida de quien trabaja y no tiene otro recurso que la venta de su fuerza de trabajo por un salario que decae sin pausa en su realidad.             

                      Estar en un bando, como en el 1972 , es estar con la camiseta del explotado y oprimido, por un cambio social y la abolición de la dominación burguesa, es decir , ser partidario de la revolución que  en primer lugar, significa ruptura. Quien no acepta esta ruptura con el orden establecido, con la sociedad capitalista, no puede ser, ni proclamarse  partidario del cambio y necesariamente , está en otro bando

                      El relato histórico, atravesado por dosis de mito, memoria y mimesis, nos dice que durante décadas, los más grandes escritores, los más grandes artistas se unieron al movimiento obrero para celebrar las revoluciones  En cambio, desde hace treinta años la mayor responsabilidad de quien tiene acceso a la palabra pública es alertar contra  toda irrupción social violenta. Todo intento de transformación radical es totalitario, Terrorista o del siglo pasado,  y trae la imagen de los regímenes estalinistas, como símbolo del socialismo. La idea de otra sociedad, a sus ojos vista,  se ha convertido en algo casi imposible de pensar y con ello lo  necesario  es la adaptación al mundo en que vivimos o en el mejor de los casos, el anhelo de retorno al contrato social en situación asimétrica , como el mejor futuro posible.

                La fobia a las revoluciones y su corolario, la legitimación del conservadurismo , habilita expresiones tales como  aquellas que indican que la creación de soluciones a problemas existentes, la mutación de negocios y su evolución, el cambio de los procesos y los modelos para hacerlos más rentables, es el camino que debe emprender el ser humano traspolado a la condición de individuo consumidor de mercancía , esquema con el  que solo buscan establecer  falsa conciencia , alegando que , fuera de la democracia liberal sólo se encuentran variantes totalitarias del estilo de aquellas que terminaron con la caída del muro de Berlín.

                     Sin embargo, como lo acredita el relato histórico de la masacre de Trelew, los representantes y dirigentes de la sociedad política burguesa en todo momento en que sienten y advierten, que sus principios esenciales están muy gravemente amenazados, salen ellos mismos de su propia legalidad, y cometen las mayores aberraciones sobre el género humano. El sufragio universal, ahora invocado para descalificar a las demás formas de intervención colectiva de clase (como las huelgas, los cortes de rutas, los piquetes) se ha vuelto el eje estratégico de toda acción política, es esa su punzante pedagogía de la sumisión.

    En América Latina la orientación política es según la tesis de la revolución permanente, al mismo tiempo democrática y social. El fracaso K habla a las claras de la desaparición política de las categorías populares y que la lucha continúa con eje en los trabajadores y los sectores sociales oprimidos, por los modos de intervención política que ellos se determinen, en el marco de la premisa que dejó instalada en la historia el estatuto fundador de la primera internacional socialista, es decir:

que la emancipación de la clase obrera debe ser obra de los obreros mismos; que la lucha por la emancipación de la clase obrera no es una lucha por privilegios y monopolios de clase, sino por el establecimiento de derechos y deberes iguales y por la abolición de todo privilegio de clase;

  • que el sometimiento económico del trabajador a los monopolizadores de los medios de trabajo, es decir de las fuentes de vida, es la base de la servidumbre en todas sus formas, de toda miseria social, degradación intelectual y dependencia política;
  • que la emancipación económica de la clase obrera es, por lo tanto, el gran fin al que todo movimiento político debe ser subordinado como medio;
  • que todos los esfuerzos dirigidos a este gran fin han fracasado hasta ahora por falta de solidaridad entre los obreros de las diferentes ramas del trabajo en cada país y de una unión fraternal entre las clases obreras de los diversos países;
  • que la emancipación del trabajo no es un problema nacional o local, sino un problema social que comprende a todos los países en los que existe la sociedad moderna y necesita para su solución el concurso teórico y práctico de los países más avanzados;

              La revolución como objetivo militante en tanto desbaratamiento del poder burgués  suponen para su concesión  al mismo tiempo, una masa descontenta dispuesta a actuar, un Estado cuya legitimidad y autoridad se encuentren cuestionadas por una fracción de sus partidarios habituales, y la preexistencia de ideas radicales de cuestionamiento del orden social, con tradición en el relato que extremadamente minoritario  al inicio permite sin embargo que puedan unirse todos aquellos cuyas viejas creencias o lealtades resultaron disueltas .

              Lo que caracteriza la conciencia revolucionaria es la convicción de que las quejas sólo pueden ser satisfechas por la transformación de las instituciones existentes y por el establecimiento de otra organización social. Esto equivale a decir que esta conciencia no aparece de manera espontánea, sin una movilización política y una efervescencia intelectual previas y en eso se inscribe la necesidad del relato revolucionario.

               Dicho en otras palabras, los relatos básicos que sostienen de manera fundamental los esfuerzos conscientes de los trabajadores y oprimidos guardan relación necesaria con los relatos que la mayoría acepta sobre las luchas e injusticias pasadas. Son formas que se adoptan para darle sentido al pasado, explicar el presente e imaginar y posibilitar el futuro .

               Por eso es imperativo que junto con las condiciones materiales se ubique específicamente el rol que juegan los relatos que dan cuenta del movimiento social , en su pasado y presente  en tanto estos generan una apertura de las conductas  y las evaluaciones que llevan consigo las personas dentro de las concepciones establecidas respecto de cómo funciona el mundo y cuál es el sentido de lo que puede o no hacerse, tanto más en nuestro presente donde la demanda de los movimientos sociales es antes que nada defensiva, ya que, en general, quienes se movilizan y luchan ,  pretenden restablecer un contrato social que juzgan que ha sido violado por los patrones, los propietarios de tierras, los banqueros, los gobernantes. Pan, trabajo, una vivienda, estudios, un proyecto de vida, la representación de una existencia despejada de sus aspectos más dolorosos de la sociedad de El Capital, pero no una sociedad superadora de las contradicciones capitalistas y las instituciones del Estado burgués

     Más allá de la existencia proactiva de los  círculos militantes, y la legítima pretensión de conformar una vanguardia, solo  cuando la incapacidad de los dominantes para cumplir con las obligaciones que legitiman su poder y sus privilegios se torna manifiesta, es cuando, la cuestión concreta de la revolución pasa de la potencia al acto, en forma tal de determinar el imperativo colectivo de sentenciar que no  siguen teniendo alguna utilidad social,  los capitalistas, los políticos burgueses,  los sacerdotes, los generales, los burócratas.

              Es hora de agregar a la conmemoración nuestra cuota consciente de lucha. El enemigo de entonces y de hoy es el Estado . La democracia parlamentaria con la que hoy se viste, no es un orden superador de las contradicciones de aquella dictadura que se cobró la vida de nuestros compañeros anticipando las practicas genocidas, sino una situación histórico-política que testimonia el intento de los gobernantes de turno por defender los intereses de la burguesía explotadora

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