La cultura es la sonrisa
para todas las edades
puede estar en una madre
en un amigo o en la flor
o quizás se refugie en las manos duras
de un trabajador (León Gieco)
En Argentina, lo que los propios implicados llaman aparatosamente «mundo de la cultura», como si entre todas las producciones humanas hubiera la posibilidad de establecer diferenciaciones y habilitar un mundo específico diverso del mundo en sí, con lo que quienes así se expresan exhiben un recorte arbitrario donde se intenta justificar un espacio particular de existencia que no cuestiona las formas de producción o a los patrones que le rigen sino un existir presidido por el enfrentamiento de contenidos discursivos dejando entrever que estos existen por si mismo y exigen su propio formato diferenciador, el grupo social que se atrincheró en la universidad, y metió los contenidos de los clásicos del marxismo en las aulas, pensando que con ello daba parte de una batalla, se ve hoy acorralado por la penetración presupuestaria que hace el Estado por determinación política del poder burgués y advierte que esa vertiente comienza a secarse.
Los más prudentes dentro de la población universitaria han tomado cuenta que ese sitio solo existe para decir con papeles que se sabe, aún cuando lo que se asimila en las ciencias sociales, mañana puede ser desdicho, según llegue o no alguna ola desde el océano de ideología que el mar trae de las Europas.
Por ese preciso perfil del fenómeno, es que también se desplazaron hacia el Conicet, buscando abrir otro foco de disparos en la batalla cultural, aunque esos proyectiles solo los compraron quienes se sumergieron en algún tipo de emprendimiento contando con la gratuidad de la inversión estatal que puso esos recurso a la mano de quienes los quisieran utilizar. Sin embargo la mercadería relativa a las ciencias sociales no avanzaron mucho en la cuestión. Se sabe que los burgueses compran tecnología y no los producidos de quienes le indican que impacto social tienen esos productos y su utilización con beneficio social y no particular.
Lo cierto es que ese atrincheramiento, esta llegando a su fin pues algunos ya impulsan menear la bandera blanca y preguntar al “enemigo” que necesita de ellos. Los que se movieron hacia las tierras más seguras de la participación política en partidos con pronostico más o menos cercano a la tesis de que nunca ejercerán el poder pero sí pretenderán estar en él , no dejan de albergar expectativas de conseguir vivir por vía indirecta de los presupuestos estatales que dispone las leyes electorales y de la venta de libros generados por sus propias editoriales.
Sin embargo los lectores padecen tribulaciones económicas significativas y reducen sus compras, también es difícil cobrar “cotizaciones” y ya pocos creen que los ingentes esfuerzos de propaganda se paguen por esa vía. Para colmo lo que ingresaba por PASO, se congeló por la suspensión de ese sistema electoral.
Lo cierto es entonces que nuestros soldados profesionales de la “batalla electoral” se ven en problemas, y lo que antes desdeñaban , los cursos por internet , las pantallas, las entrevistas, han pasado a ser una suerte de plato de comida en la trinchera en la que el frio y el barro hacen sentir los efectos negativos de haber optado por esta “guerra de posiciones”. Para colmo Carl Philipp Gottlieb von Clausewitz , cuyos textos siempre están a mano para ser puestos como citas al pie de los paper que les piden con afán los escalones de las escaleras del arribismo y el afán de ascender, no dicen nada al respecto y esto ocurre con cierta lógica, pues el militar de renombre, se refería a la guerra en sí , a la realidad , y no a la batalla cultural de Gramsci diseñada por éste desde su encierro y en lucha contra el sistema carcelario fascista, sistema sobre el que paradogicamente nunca se expresan los soldados del siglo XXI, más proclives a las políticas criminales del poder burgués y al vigilar y castigar que a la lucha real,y no con paper, sobre su abolición. En eso coinciden los que migraron a los partidos legales , pues nunca se les ve expresarse en sentido antagónico y superador del encierro carcelario.
La cuestión es que, estos personajes locales, soldados de la batalla culturas más próximos a los personajes de las películas franco-canadienses :” la decadencia del imperio americano”y “las invasiones bárbaras”, se desenvuelven en una deriva con acorralamiento, como quien nada dentro de una pileta y cree hacerlo en un río. La propia realidad tantas veces negada por desarrollo de ideologías sobre ella, toca a la puerta y exhibe que están produciendo máquinas de escribir en en el siglo XXI y se pronuncian a como pueden en “defensa de la Lexicon 80”
Más temprano que tarde la veta abierta en los 90 del siglo pasado, tras la caída del muro y las caritas de sujetos críticos se cierra por los efectos de la propia captura de la modernidad por la posmodernidad devenida en la fase superior de aquella, y por sus efectos barre con ellos mismos, tan cultores de “no ser dogmáticos” y ver críticamente esos productos de la caída del muro de Berlin a cielo abierto.
Lo cierto es que, de ser producto de una generación que iba de la universidad al trabajo y solo acudía al estudio por razones de mejor producción , estrategia sostenida por quienes si estaban en guerra prolongada por el sistema, dictadura genocida mediante, terminamos en esta suerte de muralla china que hoy deja ver que hay afuera y lo de afuera no parece estar bien, pero tiene la suficiente potencia como para poner en crisis a ese sacrosanto lugar-edificio- “trinchera” , donde parece haber más parroquias y sectas de profesores que destacamentos de reales combatientes.
El recurso entonces , es tildar de ignorantes a todos aquellos que no decidieron hacer pie en esos cenáculos y desde afuera empujan las feudales puertas de el castillo medioeval que amenaza ruina.
Desde fuera, dicen que un médico si no le gusta lo que gana , puede hacer otra cosa, pero desde dentro , los horrorizados no han tomado cuenta de la proletarización de los médicos y que estos no hacen otra cosa que vender fuerza de trabajo en un mercado que año a año se engrosa por la llegada de nuevos oferentes que pasaron por los hospitales públicos para hacer conocimiento pero ahora pretenden vivir distinto de los trabajadores y no sumarse a un proyecto colectivo de lucha sino que luchan cuando el precio de su fuerza de trabajo no cumple la función del salario y se manifiesta impotente frente a los requerimientos dinerarios para acceder a los bienes que satisfacen necesidades materiales elementales. Pero ojo, el médico, el profesor, se siente un diverso de los pacientes o alumnos que atienden y nunca se les ocurrió pensar que si el niño va a la escuela cuando puede y para comer, algo está pasando afuera y que ese algo, no tiene razones para que lo que le pasa a él individualmente sea diverso.
Dicho de otra manera, si vivimos en una sociedad que no incrementa su producción y el trabajo no incrementa el valor manteniéndose solo por sobrexplotación por intensidad del ritmo o extensión de la jornada horaria , esa sociedad es pobre y si es pobre no puede haber otra cosa que pobreza y miseria generalizada, razón por la cual las escuelas se caen a pedazo, los hospitales no pueden abastecerse ni sus trabajadores recibir buenos salarios y los niños solo saben que se acuerdan de ellos, cuando avisan que les van a bajar la edad de imputabilidad.
Ese mismo espacio donde se dice librar “una batalla” sin siquiera conocerse con precisión quienes son los contendiente oculta a la vez que en nuestro contexto social existe gran cantidad de trabajadores, y personas excluidas de la producción formal que a lo largo de la instalación de la república burguesa con formas democráticas representativas, hasta hoy, han emprendido experiencias militantes diversas por su contenido y forma, que a la postre resultaron frustrantes, tanto en el plano de los objetivos del colectivo al que sumaron su esfuerzo como en el individual, en la advertencia necesaria respecto a que el capitalismo no puede dar respuesta a sus demandas .
Sin embargo esas mismas experiencias han dejado abierta la tarea estratégica de dar respuesta a esas demandas, desde la construcción del propio poder de clase, con un programa socialista desde un nuevo orden social diverso y superador del capitalismo.
Lo cierto es que el orden social que emerge desde la relación social capital, se ve en serias dificultades para dignificar la vida humana bajo sus paradigmas políticos que le dieron origen, esto es, no pude dotar a la sociedad de igualdad , libertad y vínculos sociales fraternos que fueron enunciados en su momento como sus paradigmas.
El capital, solo proporciona los efectos nocivos para la condición humana que nacen de la competencia, la mercantilización de los vínculos y su fetichización y el empleo de violencia legitimada desde la institucionalidad y las formas jurídicas .
La cuestión requiere entender entonces, que no se trata de una batalla y menos que su objetivo estratégico sea una cultura, pues esta última no es sino expresión de una sociedad de clases que requiere ser superada para poder hablar de otra sociedad, un nuevo hombre y una producción diversa de la existente bajo relaciones de producción capitalista. En otros términos, lo que hay no es una “batalla discursiva”, una pelea por acrecentar, preservar o perder “centros educativos o de saber”, sino de penetrar en esa lucha que no es otra que una lucha de clases . Es cuestión de agitación y propaganda desde la vanguardia obrera hacia las masas trabajadoras en sí, por difusión del programa socialista y construcción del poder obrero, haciendo del programa el eje de formación y desarrollo del partido revolucionario de los trabajadores como dirección de ese proceso social y político.
Tal como lo supo difundir Trotsky en su libro Literatura y Revolución , escrito al calor del desarrollo de una revolución en curso: “Oponer la cultura pro¬letaria a la cultura burguesa es incorrecto, o sólo par¬cialmente correcto. El régimen burgués y en conse¬cuencia también la literatura burguesa, se desarrolla¬ron durante varios siglos. El régimen proletario tiene una vida muy breve, es un régimen de transición al socialismo. Mientras exista el régimen transicional (la dictadura del proletariado), este no puede crear una cultura de clase que sea en alguna medida completa. Sólo puede adaptar los elementos de una cultura socialista. El objetivo del proletariado no es crear una cultu¬ra proletaria sino producir una cultura socialista en base a la sociedad sin clases.»
Nuevo Curso