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HOSPITALES QUE CIERRAN. FABRICAS QUE DESPIDEN Y UNIVERSITARIOS QUE SOLO PIENSAN EN SU PRESUPUESTO

Los trabajadores del Hospital Bonaparte fueron notificados que la institución será cerrada el día lunes 7 de octubre 2024. Según el comunicado el cierre es progresivo. Los dispositivos de guardia e internación ya dejaron de funcionar.

No hubo explicación en relación a qué pasará con los pacientes internados, ni con los que realizan tratamientos ambulatorios.

Tampoco hay referencia en lo relativo a la situación laboral de los trabajadores, aproximadamente 400 empleados, profesionales y no profesionales, el 90% contratados

Que el intento de cierre de un hospital nacional, no sea el principio de la caída institucional de la actual gestión de gobierno a cargo del ejecutivo nacional, y que la toma de la unidad asistencial se circunscriba al personal mayormente contratado y de quienes se solidaricen formalmente con ellos pidiendo atención para los internos y quienes están sujetos a terapias ambulatorias, contrasta  frontalmente con el espacio circense que rodeo a la multitudinaria marcha del miércoles 2 de octubre 2024 buscando defender una ley que de manera confusa impone pautas para atender al presupuesto universitario y evita desfinanciar los recursos elementales para el funcionamiento mínimo de las universidades nacionales.

Esas multitudes que convergieron congregando a sectores no ligados de manera directa con la producción de mercancías y por ende no abarcados por las relaciones fundantes del orden social capitalista dependiente en donde toma cuerpo nuestra existencia bajo formatos legales que dan cuerpo a la opresión y explotación.

Es evidente que en un extremo están afectados de manera conjunta la posibilidad de desarrollar un empleo remunerado y la prestación de un servicio de salud mental para los internos y por otro la posibilidad de contar con un servicio público y gratuito de educación superior.

La simple sumatoria de estos efectos negativos da por resultado una realidad que ideológicamente se encubre tanto por los que marchan rindiendo culto a la universidad y los paradigmas de la reforma de 1919, como por los que bregan por derechos que juzgan de orden natural cuando su esencia es básicamente de orden normativo positivo, a sabiendas de la relatividad de la forma jurídica por su necesaria correspondencia con el desenvolvimiento histórico completo de la reproducción del capital.

Eso que es real y no se exhibe en el mundo de las apariencias sino de modo deformado por lo ideológico, es la agonía del orden social dominante por las propias contradicciones que este contiene en sí mismo.

Es relevante en ese contexto la agudización del ritmo, con mayor intensidad, de la tendencia a la pauperización de la población , según se sigue de la propia lectura de las cifras de pobreza e indigencia que han sido dadas a conocer.

Una sociedad que tiene los niveles de pobreza e indigencia que pone en evidencia la Argentina, sin duda no puede plantearse como prioridad atender los requerimientos de la universidad, que por definición es una prestación que requiere la sociedad para contar con fuerza de trabajo calificada por su aptitud para su empleo productivo y generación de valor . La universidad, pública no es costeada por los apropiadores de valor creado por la fuerza de trabajo , sino por el conjunto social, que también requiere con carácter imperioso de médicos, docentes en los otros niveles de educación y otros profesionales afectados a la satisfacción de sus necesidades mínimas.

La burguesía hace también “negocios” con las universidades, que se convierte en proveedoras de recursos humanos e investigativos que la burguesía no sostiene en sus costos, con lo cual gana en el abaratamiento de todos los costos de producción en su favor.

También se pueden contabilizar un gran número de manifestaciones callejeras u actos públicos buscando hacer visibles e impugnar determinaciones gubernamentales basadas en el espacio de diversidades e identidades.

Todo ese escenario tiene un factor común. En ningún caso lo real, que es la lucha de clases tiene emergencia, y no lo hace aún en el discurso de los propios protagonistas que exponen sin reparar y dar cuenta de la larvada confrontación social de clase contra clase que esas demostraciones callejeras contienen en sí.

Lo cierto es entonces, que la afirmación clasista del fenómeno luce ausente en el discurso de los que luchan, quedando oculta por las diversidades asumidas como problemas específicos de un colectivo y no de la clase trabajadora en general.

La ausencia de una política de clase, desenvuelta por la vanguardia de los trabajadores con dirección política de un partido de clase , es el principal problema que exhibe la realidad argentina. Este objetivo contenido en toda lucha concreta es el que hace que esas acciones terminen estériles y potencien la frustración de los que toman la determinación de luchar.

Los trabajadores de hospitales que cierran como si se tratara de un Kiosco que no tiene ventas suficientes, no pueden limitarse a la defensa de la venta de su fuerza de trabajo en contratos a plazo si en igual sentido no se impugna el programa de salud pública y sus alcances que el poder burgués propone para la población. Si el economicismo se presenta como el techo de una acción, mas temprano que tarde esa acción fenece con resultado negativo a los que luchan . De igual forma si los universitarios gritan en las calles “universidad de los trabajadores al que no le gusta se jode”, lo cierto es que eso no se logra en una universidad que le da la espalda a los trabajadores en funcionalidad  a los designios del Poder Burgués. Si esos gritos callejeros, si esos recuerdos puramente abstractos de los estudiantes del 70, no llegan hasta el hospital en conflicto, y no llaman a denunciar la inoperancia del orden burgués por la crisis de su relación fundante mas temprano que tarde las facultades seguirán emitiendo turnos, y las unidades asistenciales atenderán como puedan , si es que atienden.

Si los jubilaos fueron primero a la plaza, y días después fueron los universitarios, la pregunta es por qué fueron cada uno por su lado y en distinto tiempo. Una respuesta es que la agenda y los tiempos lo mide el poder burgués dominante y otra que los que luchan lo hacen por reflejo de esas iniciativas de la clase dominante y nunca por la suya y por la definición de un programa político de los trabajadores.

La acción humana es un determinante de los efectos políticos que operan en la sociedad. Los elementos objetivos de las relaciones de producción capitalistas contenidas en esa sociedad, dan cuenta de factores que obstruyen su desenvolvimiento e imponen la intensidad del empleo de operaciones ideológicas para justificar la dominación de clase o la represión que se pueda imponer a quienes no den consenso para esas determinaciones.

Argentina no se debate en su agonía, por los problemas del marido de Pampita o por la falta de definición de quien es el nuevo director técnico de boca junior. La intensificación de la explotación y la opresión de la clase trabajadora solo puede encontrar freno y superación por la clase trabajadora misma, pero esta requiere de la necesaria organización política revolucionaria y la expresión cotidiana programática de esa política autónoma de clase. Lo contrario es encontrarse en una marcha “de lucha” con Massa y Moreno o saludar a Cristina en un balcón.

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