Hacia fin de año, y como poéticamente se supo describir, para la militancia revolucionaria encarnada en la vanguardia de trabajadore , llovió sobre mojado.
Sucede que bajo el amparo de un título sugestivo , irrumpió sin temor a equivocarse, una suerte de Moisés del siglo XXI bajando con igual formato que el profeta bíblico el siguiente dogma:
La lección que podemos sacar es que el “mundo” de la revolución rusa ya no existe, de modo tal que el período de guerras y revoluciones, si alguna vez tuvo sentido, no tiene vigencia actual. Por lo tanto, la caracterización de la etapa, como guía para nuestra acción política revolucionaria, debe partir del análisis del cambio en la materialidad del proceso de trabajo, operado a mediados de los ‘60, y la consecuente nueva división internacional del trabajo.
Las respuestas de nuestro presente, entonces, están adelante, no en el pasado, no en la revolución rusa. Podemos reivindicar el proceso por el cual la clase obrera desplegó sus potencias, podemos aprender de los errores, pero no reproducir ni recrear, porque es imposible…..”.
Estos vendedores de libros de recetas de cocina, entre los que se cuenta quien escribe el texto transcripto, no dudan en usar, con lo que luego, a poco que se avance en el fenómeno que viene implícito en el , se revela como un embuste de etiqueta, la palabra “acción política revolucionaria”-
De así serlo, es decir , si de veras se tuviera en miras acciones humanas de ese tenor y naturaleza estratégica, lo cierto sería que el texto peca por sí mismo , en tanto le planta la lápida a toda posible lección de octubre de 1917. Esto lleva implicita la descalificación de la insurrección de masas como método de acción revolucionaria y mecanismo idóneo de toma de poder, porque que otra dejaron en la historia los hechos de octubre de 1917 sino la puesta en práctica bajo una dirección revolucionaria de una insurrección que termina imponiéndose. Luego, como octubre rojo, ya no enseña nada, lo que se sigue es que no se pueden reproducir ni recrear tareas militantes orientadas por la insurrección como método.
De ser así y tal como lo deja planteado el texto, lo que queda es la estrategia de la lucha popular prolongada con el pueblo en armas, que es el otro método que exhibió la revolución China en la historia y a su manera pero con concepto defensivo, la lucha del pueblo vietnamita. Sin embargo no parece que esa sea la “receta” proyectada, o al menos no se la analiza en forma explícita.
De esta forma, el texto deja las cosas en la nada misma, salvo que se considere a un ejercicio abstracto del pensamiento como un acontecimiento dotado del ser, por el ser mismo.
Traemos a cuento esta situación, con un texto específico para dar cuenta de uno de los obstáculos que necesariamente deben ser salvados en la puja por una acción militante fructífera. No porque lo que deba hacerse sea salir a rebatir expresiones como la reseñada, sino para que en la construcción del programa organizador de la forma partido que exige nuestra actual crisis de dirección de la vanguardia de trabajadores , se repare en un fenómeno que lleva desarrollo desde hace más de cuarenta años , casi incluso con el recambio burgués de la forma dictadura, por la república burguesa en el modelo alfonsinista , luego concentrado en el pacto de Olivos y la reforma constitucional de 1994.
Lo que vive la vanguardia de los trabajadores con el paso del tiempo desde la “liquidación física” de la generación revolucionaria existente en el año 1975, que se expresaba por un formato de lucha que pujaba por la apertura de una situación revolucionaria en Argentina, es un descarnado vaciamiento ideológico que pone de manifiesto que la crisis de dirección que padece es en sí misma la expresión del apartamiento de los que luchan de todo programa revolucionario y con esto , la malformación de la organización partidaria hacia estructuras puramente aparatosas, sostenidas en una estrategia reformista de cretinismo parlamentario.
De esta forma, sin las armas del pensamiento que fueron excluidas tras décadas de actuar sobre ellas, con la premisa de pretender actualizarlas, haciéndolo , por cátedras universitarias u otros nichos intelectuales, por renovados aprendices de brujos que en definitiva terminaron comportándose como niños que desarman un objeto para saber como funciona y luego al intentar rearmarlo , le sobran piezas . Lo peor fue que luego ante el inconveniente optaron por afirmar que no importaba el daño sobre el objeto y que haya dejado de funcionar , porque en definitiva ya no servía iy había perdido utilidad , tal como ahora lo hacen los autores del texto que transcribimos.
La emergencia de dar cuenta en forma colectiva de estas operaciones de corte ideológico, y sobre todo de recuperar las experiencias históricas de lucha de clase en estadio revolucionario generadas a lo largo del siglo pasado es el punto desde donde tomar razón de lo necesario para una comprensión y práctica eficiente sobre el fenómeno desde el propio interés emancipatorio de los trabajadores por el rol que siguen jugando en la producción de valor en el orden social capitalista más allá del cambio en el proceso de trabajo, operado a mediados de los ‘60, que no hace variar la sustancia del proceso en sí ,en cuanto el trabajo humano sigue siendo la fuente necesaria de creación de valor .
Esta emergencia relativa a la búsqueda y difusión propagandística de los textos del marxismo y la comprensión de los hechos históricos que se fundan en tales categorías , tiene sus fundamentos en una objetiva constatación: el propio orden cultural capitalista ha arrasado por vía del formato político, con toda esta parafernalia de “novedades” que por sus propias contradicciones de apoyo a la república democrática burguesa, como panacea resolutorio del conflicto social .
El poder burgués por vía de la farsa electoral aceptada por todos los operadores políticos ha puesto en marcha un nuevo proceso de acumulación de capital, con consenso social pese a sus efectos de expansión de la miseria sobre trabajadores y población calificada como “económicamente sobrante”.
Las clases sociales , negadas por los “creativos” impulsores del fin del marxismo, a través de la negación de la ley social de la lucha de clases que precisamente conduce a la conformación de clases sociales “en sí y para sí”, son cada vez más ascendentes y marcadas en sus distintos estadios que se combinan con el desarrollo en el mundo de guerras imperialistas con prevalencia militar de la OTAN.
Hoy los los comportamientos con registro social no consultan a cada paso a los pensamientos para atreverse a ocurrir, sino que suceden sin que interese mayormente por qué y para qué. Cada fenómeno social tiene toda la energía de sus componentes materiales sin espacio para la duda en cuanto a su producción y en todos los casos muestran con mayor entidad que cualquier posible convicción abstracta de cenáculo carece de todo sentido , porque lo real es la resolución cotidiana de una puja de intereses encontrados.
De esta manera, los novedosos del pensamiento democrático de las últimas décadas del siglo pasado y las que lleva en curso el presente , sucumben frente a lo real. Queda claro que un comentarista de imágenes proyectadas en una caverna, nunca propende él , ni los esclavos que le siguen al ascenso a la luz de la superficie y al acercamiento lo más próximo posible al objeto real y no a esas imágenes que venden como sujetas a un pretendido rigor lógico-científico.
En referencia a la apología de “la novedad”, habrá que advertir que la conducta social promedio en este último año 2024, no diverge de la ya desenvuelta por lo menos en los últimos largos cuarenta años en nuestro país, más allá de diferencias accidentales contenidas en las formas y nunca en la sustancia.
La población con las proporciones que dio registro el proceso electoral , y que se continuaron frente a las medidas adoptadas por quienes tienen la gestión de gobierno del poder burgués, tiene claro un eje prioritario de sobrevivencia de corte ideológico y le da consenso , que se concentra en la idea de aceptar que la democracia es en los hechos el sistema más seguro para garantizar el predominio de los propietarios , vistos como “superiores” y la subordinación convencida de los “inferiores” que naturalizan su condena implícita en la estructura social, de tener que vender su fuerza de trabajo en el mercado, como única forma posible de sobrevivencia.
Todos los gobiernos de la república democrática, han tenido de manera coherente y continua ,el imperativo categórico de ajustar sus actos políticos a esa perspectiva de dominación social, en la medida en que la misma se reproduce en lo cotidiano sin mayores sobresaltos , advirtiendo además que a esas determinaciones no llegan con forma de enfrentamiento eficiente , las piadosas convicciones que propaga el reformismo , en su eterna de buscar cambios sin cambios.
Es el orden político adecuado para que cada persona pueda y deba encontrar su lugar en el mundo , aceptando que ese objetivo debe lograrse mediante relaciones sociales que implican sometimiento y a la vez colaboración sumisa con el poder burgués. Por esto mismo es que los otros , aceptados como superiores , deben ser respetados y no objetados en sus procederes. Los otros son los que mandan ya sea en el lugar de trabajo , en los espacios educativos , en los clubes de barrio y en cualquier espacio de socialización donde se materializan las relaciones de poder y lo hacen por el Estado y su institucionalidad que le da forma jurídica de ley para condensarlo como real.
Así es qué la naturalización cultural de las supremacías de unos pocos sobre otros muchos en detrimento de toda igualdad formal declarada a través del discurso jurídico fundacional de nuestro país, pone a las diferencias de clase como un estatuto social necesario que frente a las contradicciones del desenvolvimiento del capital , la burguesía y los sectores medios aventajados explican por la cultura dominante en todas sus manifestaciones, como el orden permanente en el que cada uno se las tiene que arreglar como pueda.
Por eso es que los que mandan en las fábricas, los bancos, los comercios, los espacios educativos de cualquier nivel y en particular en el aparato institucional y gestionador del Estado, son los “exitosos” y los demás , los obedientes respetuosos de ese dominio de clase.
Todo esto implica , que el fenómeno social a vencer por la organización política autónoma de clase que la vanguardia sea capaz de construir en torno de su programa , es este y no las elucubraciones nacidas de la elaboración en abstracto de algunos . La tarea es harto dificultosa por su matriz revolucionaria pero no puede dejar de abordarse . Ninguna realización espontanea , sin dirección a un objetivo estratégicamente revolucionaria puede dar cuenta de este fenómeno de significación negativa para el cambio social.
Finalmente, en torno de la relación entre programa y organización , leído como herramienta para evitar las operaciones ideológicas que comentamos y como instrumento de necesaria existencia para la construcción dell poder obrero , Guillermo Lora nos ha dejado puntualizado lo siguiente desde su práxis revolucionaria:
Uno de los errores en que se cae frecuentemente al considerar el problema organizativo consiste en plantearlo aislada e independientemente de la posición política del Partido. El enunciado de Trotsky en sentido de que el programa hace al Partido está indicando en qué medida la finalidad
estratégica determina la estructura organizativa y la propia táctica partidistas.
Se puede decir que los métodos organizativos no son más que recursos empleados para estructurar un partido a medida del programa y capaz de materializarlo en la lucha. El programa, en su empeño de enseñorearse de las masas y al realizarse, encuentra una serie de obstáculos que puede vencerlos gracias al perfeccionamiento de la organización.
La elaboración del programa (conocimiento de la realidad objetiva, de la mecánica de clases y revelación de las leyes del desarrollo y transformación de la sociedad con ayuda del método marxista) corresponde a la etapa en la que algunos elementos, considerados como individualidades, se aglutinan alrededor de ideas políticas centrales.
No se puede esperar que desde ese momento tales ideas agrupen al grueso de las masas o se materialicen por el solo hecho de haber sido incorporadas en el texto de un programa. La férrea organización del Partido y su entroncamiento en la clase constituyen los pasos necesarios y previos para el logro de tal finalidad.
Entre programa y organización existe una mutua relación
y condicionamiento dialécticos y esta última actúa activamente sobré el programa, contribuyendo a su enriquecimiento y puede llegar al extremo de desvirtuarlo completamente en caso de degenerarse. Lo que hemos indicado es que el programa (expresión de la lucha consciente o política, de la finalidad estratégica)tiene primacía con referencia a la organización, que es, en último término, su factor determinante.
A tal programa tal forma de organización partidista; sin embargo, ésta se desarrolla conforme a sus propias leyes. El programa es el contenido y la organización la forma que corresponde a aquel «
que corresponde a aquél.
(El partido y su organización. Guillermo Lora)
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